sábado, 18 de marzo de 2017

HOMENAJE A MORENTE



Con su permiso maestro un poquito por soleá:
Del Albaicín una estrella
se hizo garganta jonda
para cantarle a la tierra”.

Ay Morente, Enrique del conocimiento, si bebiste en un caudal de fuentes granaínas, con el Darro y el Genil suspirando la brisa profunda de un Guadalquivir moruno. Si tu mundo era la Alhambra y Cobito y Juanillo el gitano y siempre la cercanía de los Habichuela, porque
Yo tenía una bandera
con un letrero que dice
que vivan los Habichuela”.

Te marchaste del Albaicín, Enrique el Granaíno, para cantarle a la tierra, y tus quejíos fueron gritos de caravanas errantes, el llanto y la alegría milenaria del conocimiento se enredaron en tu garganta. Porque fuiste alfa y omega del cante, pero para ser omega hay que tener mucho conocimiento, mucha afición. Nadie inventa sobre la nada, nadie renueva sobre el vacío y el silencio, y tú llevabas “prendía” la sabiduría de todos los ancestros del cante, por eso pudiste buscar nuevas formas de expresión, por eso y porque tu talento, tu inquietud y tu genialidad desbordaban los caminos del cante buscando senderos y encuentros.  Y así prendiste los corazones. Grito milenario fundido en metales de los pozos más jondos del cante, que volaron hacia el universo buscando crepúsculos y estrellas. 
Ay amigo Enrique, “Si yo encontrara la estrella que en el camino me alumbrara…” Pero como una estrella fugaz te apagaste un día y nos dejaste huérfanos de sabiduría, de alma creativa, la de todos los poetas del mundo, los que cantaste y los que te inspiraron. Te fuiste.
Tu eco encendió la llama de la vida, prendieron las candilejas del cante y se iluminaron las estrellas, todas la del firmamento, todas. Te fuiste pero te quedaste. Como bien dijiste en aquella petenera:
Estrella de fuego fuiste
que en mi corazón entraste,
dejaste prendío el fuego
y luego te retiraste
JOSÉ FRANCISCO LÓPEZ